lunes, 19 de noviembre de 2012

En la cresta de la ola.


Por fin embarcábamos para participar en una regata, desde Agosto no nos enfrentábamos a ningún barco. Demasiado tiempo parados y más de uno lo notó en su cuerpo.
La lluvia nos acompaña hasta el lugar en el que estaba montada la salida, el viento era fuerte pero sin llegar a ser el pronosticado por los partes meteorológicos. Elección clara, génova tres, aplanar velas y buscar nuestro lugar para realizar la aproximación.
Últimos treinta segundos, cazamos “a tope” y nos lanzamos con viento limpio, cruzamos la línea con el bocinazo y somos el barco más a barlo de la flota, con todo el campo de regatas a nuestra disposición.
Alargamos el primer bordo, sufriendo los constantes roles de un norte que perdía fuelle. Nuestros rivales viraban y buscaban el lado sur de la Ría,  nosotros queríamos exprimir nuestra amura hasta el final, esperando un cambio que nos metiese directos a la boya de Tambo, o sufrir un role “a la mala” que nos hiciese virar. Finalmente se produce lo segundo, contestamos con una virada “de libro” y nos metemos casi en la playa de Portocelo buscando el layline. Salimos con rumbo a la marca amarilla de la Isla, pero el viento continúa inestable en fuerza y dirección. No lo logramos por muy poco y lo arreglamos con dos viradas encadenadas para superar la marca.


El siguiente tramo era un rumbo de spi apuntando a Morrazán, nos costó bastante salir del abrigo de Tambo pero en poco tiempo estábamos volando bajo con el spinnaker empujando con fuerza al Enxuto. En los últimos metros el viento escasea y decidimos cambiar el génova tres por el grande, para encarar la ceñida con el trapo adecuado a las nuevas condiciones.
El trayecto lo solventamos con rapidez, haciendo valer la increíble velocidad que desarrolla el “ganador del Rías Bajas 2012”. Tomamos la boya verde de Pelados, para hacer el rumbo inverso de vuelta a Morrazán. No izamos spinnaker inmediatamente porque nos venía demasiado de proa, pero en cuanto se dieron las circunstancias precisas el balón azul volvió a portar.
En las proximidades de la baliza de sota se notó la falta de viento y para más contratiempos arriamos spinnaker demasiado rápido, con la consiguiente pérdida de velocidad.
 Doblamos la roja y navegamos ciñendo lentamente, con constantes cambios de dirección y fuerza del viento. Los pasillos favorecían a algunos barcos para posteriormente dejarlos con menos presión, en la última parte del bordo las condiciones se tornaron más estables y pudimos llevar el barco a su velocidad máxima, consiguiendo otra victoria incontestable en la clase y en la general de toda la flota.
El Enxuto vence y convence.