martes, 29 de mayo de 2012

La edición número 100 la gana el Enxuto.




La prueba entre Marín y Villagarcía celebrada el día 18 de mayo, pasará a la historia del Mítico como una de sus mejores regatas.

Sábado con poco viento, el Enxuto siguiendo la estela del Comité que se desplazaba hacia el Oeste buscando el viento necesario para iniciar la regata. En la enfilación entre Festiñanzo y Loira, Giraldo monta la línea y vamos consumiendo los segundos que faltaban para el bocinazo de salida. Arribo y orzo continuamente, no quiero a nadie en sota, 10..9...8  nos lanzamos y salida… Bocinazos encadenados, el Mítico en la lista de los premiados con un fuera de línea. Retomamos y arrumbamos (Quique, nunca te acostarás sin saber una cosa más) hacia Morrazán, que se usaba como desmarque. Dando bordos y respondiendo a los roles, logramos tomar la baliza en un buen lugar, dejando por detrás a gran parte de la flota.
El viento no estaba todavía 100% entablado, con lo cual decidimos ganar barlo intuyendo un posible role a la mala. Se produce y pasamos el Helmo rozando la roca.
Bordo largo hasta San Vicente del Mar, Eolo se refuerza y abrimos hasta un descuartelar, 7… 7,5 vamos volando bajo, los chubascos amenazan y tenemos más presión. A una milla de los Esqueiros izamos spinnaker, pasados y forzando en las rachas logramos superar la baliza y ya pudimos abrir rumbo al Ter.
Último tramo de la Ría en popa redonda, pero con viento defendemos claramente. De esta forma llegamos a la meta en Villagarcía.
Primeros en la clase y primeros de la General de toda la flota, el Enxuto gana el Trofeo Regata Centenaria Presidente de la Xunta de Galicia.
Lo celebramos debidamente y a las 2:00 durmiendo en el hotel.

Domingo sin viento, la flota avanza en busca de un buen lugar para montar la línea. Se inicia el procedimiento sin presión suficiente, mala salida del Mítico pero en los primeros bordos ya está en su lugar disfrutando del nuevo NO que entraba. Viradas y más viradas hasta el canal de Rua, el viento desaparece. Convencidos de que ese noroeste previsto volvería, nos quedamos en esa zona…. Pero se retrasó, dejándonos un buen rato a merced de la corriente que nos llevaba de vuelta a la salida. Muchos barcos que nos precedían lograron pasarnos más al sur.
Cuando todo volvió a la normalidad nos pusimos en nuestros números y tratamos de recuperar el tiempo perdido.
Llegamos a la Escuela Naval de Marín y nos dan los tiempos de llegada…. Perdemos la general de la Toubes por un minuto.
Lamentable… nos faltó muy poco para sentenciar la prueba y aumentar la leyenda del Enxuto,  pero en la vela las cosas son así, lo arreglaremos ganando el Rías Bajas y punto.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Ganar al mar.

Mariano Dios, un hombre de mar, me cede este texto para publicarlo en el blog del Mítico.


El otro día, un domingo de buen tiempo y bastante viento, zarpamos de Combarro bajo el mando de Alberto, sobre un barco que tenía las ganas de darlo todo, de tonificarse un poco, quizás para entrar en calor por las bajas temperaturas. En contra de lo que se puede intuir, los acuario somos más aéreos que líquidos, así que para mí se trataba de un día perfecto.
Navegamos de largo y través hasta las Islas Ons. Casi a su llegada nos preguntamos qué hacíamos entonces. Una de las islas la teníamos a proa y casi era la hora de llenar la andorga (como diría El Quijote si cambiase el caballo por un balandro). Se produjo una situación que me recordaba algo que había leído y se lo expuse al resto de la tripulación: dicho texto pertenece a Simone Perotti, lo cito más abajo impulsado a hacerlo por los demás, con quienes he pasado un gran domingo.

“Un día estaba realizando un viaje. El capitán había dado la orden de zarpar a pesar de que había mar gruesa. Debía cumplir una promesa: llevar a la isla de Ponza a la madre de la novia. Su futuro yerno era un famoso regatista, y en este caso había que navegar para alcanzarlo. ¡Qué idea la de casarse en una isla! !y con mal tiempo!
El capitán sudaba la gota gorda, orzando con el timón y amurando, cambiando de rumbo, abatiendo el barco, recibiendo las olas en el casco y maniobrando para evitar balanceos peligrosos. El mar estaba al límite: con olas de medio metro más de altura se habría producido un desaguisado.
En el puente de mando, además de él había dos marineros y un par de muchachos habituados a navegar a vela.
Cuando vimos la isla de Zannone, prácticamente en el centro de la proa, uno de estos jóvenes preguntó: .
Desde el punto de vista de la derrota la pregunta era correcta: no se hacía más ruta pasando por aquí o por allá. Pero la pregunta hizo que el capitán esbozara una mueca muy elocuente. En sus adentros no ansiaba más que poder protegerse del viento al abrigo de la isla. En un momento había comprobado la diferencia entre un marinero y un regatista.

El primero busca refugio, piensa en la conservación del barco, no tiene en consideración la derrota más que en relación a la seguridad. Su credo es lograr el equilibrio entre las fuerzas, conseguir la anulación de la energía planetaria en el punto exacto en el que navega. El segundo busca el enfrentamiento, quiere presión, evita toda protección, enfoca la ráfaga, vislumbra en sueños el pestañeo exacto de la zozobra. En el mar (¿quizá también en la tierra?) hay que diferenciar entre quienes viajan y quienes compiten. Los primeros tienen en su ánimo el momento de la salida y los segundos el de la llegada. En los primeros la salida no defrauda nunca, en los segundos la llegada puede provocar grandes desilusiones. También sus barcos son diferentes. Los de los marineros que esperan zarpar tienen el mástil bajo, la botavara corta y la línea de agua a menudo por debajo de la eslora. El barco de quien suspira por alcanzar la llegada es nervioso, tiene potentes suplementos y colores y números que lo hacen único. Es bajo de línea, como si quisiera deslizarse a la altura de las olas. Dispone de un mástil y una botavara que parecen superar las leyes naturales. A bordo de los primeros se acumulan objetos de uso común, mientras en los otros son restos de lastre.

El hombre que prefiere las carreras tiene el desafío en el corazón, y su barco gime y entona un himno guerrero. Un código deportivo regula sus maniobras. Su navegación contempla la presencia de otros hombres y otros barcos como el suyo. El hombre que zarpa solo abandona la tierra, espera recomponer separaciones y olvidos, y para llevarlo a cabo no tiene necesidad de ningún rumbo preciso, sino de puertos acogedores. Desea volver, pero solo de vez en cuando.”

Un abrazo

Mariano Dios Díaz Pontevedra, 24 de enero de 2011

lunes, 7 de mayo de 2012

Jugábamos en casa y casi casi.


II Regata de solitarios y a dos en Combarro.
(Fotos más grandes haciendo click)

El Enxuto, puntual a la cita, se presentaba con la intención de revalidar el título de ganador conseguido en la anterior edición. Dejamos el pantalán  con rumbo a la línea de salida, viento muy flojo. Bien posicionados pero perjudicados por el DeepBlue, que no respondía a nuestra preferencia…. No era cuestión de comenzar la regata con “bandera roja”, aunque ganas no me faltaban.
Bocinazo, con la ligera brisa nos deslizábamos sobre un mar en calma hacia el desmarque. Primeros cruces negociando una aproximación muy complicada por la fuerte corriente contraria. Tomamos boya, izamos el spinnaker y el viento desapareció… Hecho un chicle, el balón no portada ni de coña en popa, tendríamos que ponernos de través, pero observando la corredera, vemos que avanzamos a 1,5 empujados por la bajante de marea.


Pasan los minutos y salta un ligero suroeste que nos hace trasluchar, poco a poco se refuerza y a un descuartelar con spi nos vamos…. Se produce en corte en la flota, pero el Mítico está en el sitio bueno.
En Area de Agra, el aparente  nos viene a la proa, arriamos spi y dando bordos llegamos a Morrazán.  Estábamos quintos en real, el viento era suficiente, el sol nos acompañaba, cervezas en la nevera…. Pero no todo iba a ser perfecto, un Yatlant 24 de nombre Qtalento nos seguía demasiado cerca, en cuanto el viento se incrementaba en dos o tres nuditos lo dejábamos atrás, pero a la que nos salíamos de la racha, nos mantenía a raya. Estos barcos y hablo con conocimiento de causa, porque tuve uno igual, son muy difíciles de ganar en condiciones como las de aquel día, sin ola y viento ligero.
Llegamos a Picamillo, comienza la fiesta… Roles para regalar, entre las torretas dos vientos se disputaban la supremacía, arrumbando al norte entraba noroeste y rumbo sur aparecía el suroeste.
Nos lo curramos y leímos bien el tramo alejándonos del Eibol y del Qtalento, a la vez que pasamos al Magic de Trastoy que navegaba en solitario.


Ya estamos cuartos en real, sólo superados por el Juancamaría, Alimentos de Zamora y Menudeta.
Izada de spinnaker y otro descuartelar rápido hacia Mourisca. Vamos metiendo segundos a nuestros rivales, tomamos la torreta y popa redonda con dirección a la meta en Combarro haciendo buenos registros, el viento se reforzaba por detrás y aunque lejos, el spi del Yatlant nos inquietaba.
Al través de Tambo ya veíamos la meta en la caseta roja del puerto, con Giraldo de Desmarque S.L atento a la llegada. Pasados de viento y con un ángulo muy cerrado de aparente, aguantamos el spi arriba porque el arriarlo nos complicaría mucho la vida y las fotos de la llegada…
 Bocinazo, el Enxuto entra en meta, no vemos a nadie por detrás, en ese tramo y sólo nos quedaba contar el tiempo que le sacábamos al Y24.
Finalmente le metimos 15 minutos en real, que no fueron suficientes para hacernos con el trofeo al primer clasificado de la clase.


Un segundo puesto que a Quique y a mi nos deja buen sabor de boca. Damos la enhorabuena a los del Qtalento y a los del Eibol que nos acompañaron en el podium y ya estamos esperando la próxima edición de esta magnífica regata.