Tenía un pálpito, llevaba
semanas pensando que se podría conseguir, ganar el Rías se presentaba como una
meta factible. Los resultados obtenidos en las últimas regatas confirmaban que
el mítico estaba en un momento dulce, ese plus de velocidad y resolución de las maniobras me inspiraba
confianza, Quico me decía que no apuntase tan alto, pero yo, sin ánimo de pecar
de soberbio, insistía en ello.
Nos subimos al tren con
destino Vigo, pasamos el rato estudiando los partes y el panorama no era muy
halagueño. Previsión de muy poco viento, casi nulo y al superar las 15:00
entraría una borrasca con altísimos rangos de intensidad. Una previsión realmente
atípica y difícil de asimilar como posible por lo explosiva que era su entrada.
En aplazamiento pasamos un par de horitas bajo la lluvia, sin viento
y pensando en lo triste que era comenzar una regata en esas condiciones.
Eolo, hizo su aparición con
fuerza, la flota se revoluciona y comienzan las dudas sobre la elección de
trapo. Con lo corto que era el desmarque, quizás nos convendría mantener el
génova medio y una vez superado aprovecharlo para el largo descuartelar que se
avecinaba… o poner el número tres y hacer un desmarque cómodo y más veloz, para
posteriormente hacer un cambio de vela.
Salida por el comité, pasados
de trapo con el 146 en proa. Roladas y variaciones de presión para regalar. El
viento, finalmente baja de intensidad (menos mal que dejamos el grande) y
tomamos desmarque en tercera posición. Abrimos vela y nos vamos hacia Cabo Home
en un rápido descuartelar. La ola aumenta en la boca de la Ría y el viento se muestra muy
inestable en fuerza y dirección. Se nos va al través, no lo pensamos ni un
instante e izamos spinnaker, no aguanta ni diez minutos y volvemos a ceñir.
Ya en la Costa de la Vela podemos izar el balón
con un ángulo adecuado y poco a poco se nos va hasta una popa redonda.
Ocho, nueve nudos de
corredera, bastante ola pero mantenemos el tipo sin mayores complicaciones,
pero lo bueno no iba a ser eterno. En un instante la previsión se cumple y nos
entra por detrás una turbonada brutal. Aguantamos un rato, la velocidad se
dispara, no mantenemos la estabilidad y el barco se nos va de orzada
dándonos una galleta de campeonato. El Mítico con la orza fuera, la escota de
spi suelta y para mayor complicación se nos larga la braza, con lo cual la vela
se queda en bandera. Adrizamos y corremos el temporal, recuperamos la braza
pero la escota incompresiblemente desaparece. Arriamos el balón e izamos el
Génova medio.
A nuestro alrededor el
espectáculo era dantesco, el Somni enseñando la obra viva con uno de sus
tripulantes en el agua, los otros dos barcos que teníamos cerca reventaron sus
spis y por la emisora nos enteramos que el Don Pedro Hoteles rompía su mástil
minutos después.
Velocidades de vértigo,
marcamos el nuevo record del Enxuto en trece nudos y no bajamos de diez en
ningún momento. De esta forma entramos en la Ría de Pontevedra tratando de izar, de nuevo, la
vela de portantes pero el viento se nos viene al través, con lo cual mejor
dejar las cosas como están y hacemos entrada en Sanxenxo dando gracias de no
haber roto nada.
Abarloamos al Aceites Abril y
nos reponemos de la dura travesía, aprovechando para fotografiarnos con la Campeona Olímpica
Tamara Echegoyen.
Finalmente conseguimos un cuarto
puesto que aceptamos como buen resultado visto lo visto y ya nos situamos en los puestos altos de la clasificación.
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